Vitamina D en mujeres postmenopáusicas, ancianas y con riesgo óseo

Publicado el 03/09/2020

La falta de vitamina D es considerada un problema de salud pública en todo el mundo, pero su suplementación, específicamente en mujeres postmenopáusicas, ancianas y con riesgo óseo, necesita de más atención, pues es una hormona esencial para el mantenimiento del calcio y de la salud ósea.

Publicado en marzo de este año, el Consensus Statement de la 2nd International Conference on Controversies in Vitamin D es el resultado de una reunión de un grupo de investigadores de todo el mundo que buscó abordar las controversias sobre el tema, promover la discusión y sugerir una agenda de investigación para aclarar áreas de incertidumbre. La coordinadora del INCT Hormona de la Universidade Federal de São Paulo (UNIFESP), Dra. Marise Lazaretti Castro, participó de este encuentro y es una de las coautoras del consenso.

Embarazo y lactancia

La suplementación con vitamina D durante el embarazo y la lactancia fue uno de los temas abordados en la Conferencia. Según el Consenso, evidencias crecientes demuestran que la vitamina D es un nutriente central y necesario para la concepción, la función normal de la placenta y la homeostasis inmune materna y fetal. También se considera un factor clave para el bienestar continuo durante la lactación.

Datos de resultados de cuatro ensayos clínicos aleatorizados, además de otros estudios presentados en la Conferencia, apoyan la hipótesis de Barker, que identifica la vitamina D como un factor vital en la maternidad y en el bienestar infantil. El texto concluye que el color de la piel también es un factor importante en la homeostasis de la vitamina D, puesto que las mujeres más afectadas por niveles inferiores de vitamina D son aquellas de piel más oscura o con exposición solar limitada.

Por ello, garantizar nutrición adecuada de vitamina D durante el embarazo y la lactancia debe ser uno de los componentes de Políticas Globales de Salud Pública.

Ancianas y deficiencias neurológicas

Según el Consenso, evidencias indican que la hormona vitamina D puede tener un papel importante en el envejecimiento y en el deterioro cognitivo en relación con la edad. De este modo, varios trastornos neurológicos estuvieron posiblemente relacionados con la deficiencia de vitamina D, incluyendo esclerosis múltiple, enfermedad de Parkinson y enfermedad de Alzheimer.

Pese a esta asociación, todavía no hay consenso sobre el causador potencial de las enfermedades y, por ello, se creó una agenda de investigación para comprender mejor el papel da vitamina D en las enfermedades neurológicas.

Uso en la postmenopausia y en ancianas

La vitamina D está asociada a la prevención de una serie de complicaciones de enfermedades crónicas, como riesgos de fracturas y caídas. Según el Consenso, una meta-análisis reciente de 29 ensayos de intervención aleatorizados controlados por placebo reveló que la suplementación de vitamina D mejoró la fuerza muscular. La meta-análisis también mostró efectos positivos en la mejora del equilibrio en adultos mayores.

Sin embargo, las evidencias hasta ahora son variadas. Una meta-análisis de 2011 concluyó que una dosis de 700 a 800 UI era necesaria para reducir el riesgo de caídas y que, con la dosificación ideal, la reducción del riesgo [U1] fue del 15%.

Otro estudio, realizado con mujeres postmenopáusicas, mostró que ni la dosis de 800 IU al día ni la de 50.000 UI dos veces al mes influenciaron el riesgo de caída. Un resultado negativo semejante se observó en otra prueba con 800 UI en más de 400 mujeres con edad entre 70 y 80 años.

Sin embargo, un estudio de intervención que comparó varias dosis de suplemento de vitamina D – variando de 400 a 4.800 UI al día – encontró un número significativamente menor de caídas entre mujeres postmenopáusicas que tomaban dosis de 1.600-3.200 UI al día.

El Consenso concluyó que la deficiencia de vitamina D está asociada a disfunción muscular y a caídas en ancianos y que la suplementación de vitamina D, por otro lado, mostró resultados controvertidos, tanto reduciendo como aumentando el riesgo de caídas en individuos con deficiencia moderada de vitamina D.

También según los investigadores, la capacidad de «ver» o «no ver» un efecto en las caídas, y tal vez otros resultados de las acciones de la vitamina D, puede depender si la población estudiada es deficiente o no en vitamina D. Como un nutriente límite, no se esperaría que demostrara resultados benéficos, a menos que la población estudiada sea deficiente en vitamina D.